sábado, 4 de julio de 2009

Incursión Económica:

Incursión Económica:
Los inmigrantes judíos encontraron en el comercio ambulante un nicho de oportunidad 
para ganarse la vida. Junto con otros grupos minoritarios no nacionales, se dedicaron a
vender, en abonos y de casa en casa, productos como telas, toallas, medias, corbatas, 
botones y todo lo necesario para el ajuar del hogar. Participaron activamente en la
reconstrucción económica de la década de los veinte en el ámbito de la distribución
comercial de los bienes estimulando el sistema capitalista del país. De ser buhoneros, o
tener puestos semifijos en los mercados capitalinos, en los años treinta aprovecharon los
estímulos económicos del programa gubernamental de sustitución de importaciones para
incursionar en la pequeña industria, principalmente en el ramo textil. Las manifestaciones 
antisemitas de esta década motivaron a los judíos a buscar empleos donde estuvieran
menos expuestos a los ataques que recibían en las calles. Muchos de ellos establecieron
tiendas en locales establecidos y otros instalaron talleres para producir bienes de
consumo. Esta primera etapa se caracterizó por la incorporación de los inmigrantes al
ámbito comercial a través de la ayuda mutua y el uso del crédito colectivo como recursos 
para el mejoramiento económico
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. Las difíciles condiciones materiales de los primeros
inmigrantes judíos llevaron a que muchas mujeres e hijos adolescentes se incorporaran a
la fuerza laboral para apoyar a sus maridos o a sus padres en el negocio familiar, así
encontramos mujeres aboneras o jóvenes dependientes en las tiendas.
El conocido “milagro mexicano” (1940-1970), fue una época de prosperidad para el
país y para la comunidad judía en particular. La tradición de pequeños y medianos
empresarios con la que se iniciaron floreció en este período que significó un rápidoPage 5

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asenso económico y un cambio en el estilo de vida de las familias. Las mujeres volvieron 
al hogar y a trabajar como voluntarias en las sociedades de beneficencia que se habían
formado desde la etapa anterior, los jóvenes pudieron dedicarse a sus estudios e inclusive 
algunos terminaron carreras universitarias que les posibilitó un futuro profesional
diferente. Se establecieron negocios grandes, fábricas textiles importantes y amplios
comercios que les permitieron cambiarse a mejores zonas residenciales. De las calles del
centro, se trasladaron a la Colonia Roma y a la Hipódromo – Condesa, y para los años
cincuenta y sesenta muchos ya habitaban en la lujosa Colonia Polanco
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El crecimiento económico todavía se manifestó en la década de los setenta, aunque
con inestabilidad financiera. Los judíos lograron sortear las dificultades y salir adelante
en sus negocios aunque vieron limitado el crecimiento de los mismos. Al igual que el
resto de la población, el cambio de modelo económico, de una economía doméstica a una 
abierta orientada hacia la exportación, tuvo serios efectos en las pequeñas y las medianas 
empresas muchas de las cuales tuvieron dificultades en la reconversión y actualización de 
sus negocios para hacerlos competitivos. Si a esto le sumamos la apertura de las fronteras 
a productos internacionales más baratos que los mexicanos, el resultado fue la quiebra de 
numerosas empresas y la concentración del capital en las grandes compañías nacionales y 
transnacionales
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. En el ámbito de lo social esto se tradujo en la polarización socio-
económica, pocos ricos y muchos pobres. La comunidad judía en México no fue ajena a
éstos ajustes, la tradición del empresario, del autoempleo y de ser dueños de sus propios
establecimientos se vio obstaculizada y muchos jefes de familia buscaron empleos en
otras corporaciones como profesionistas asalariados. El empobrecimiento se tradujo en el 
aumento de las peticiones de ayuda a los sistemas de beneficencia comunitarios que se
vieron en dificultades para hacer frente a las crecientes necesidades económicas de sus
afiliados. Una de las respuestas que se innovó ante esta problemática fue la de la creación 
de una organización denominada “Fundación Activa”, para asesorar, capacitar y
promover pequeñas empresas viables para la manutención del hogar. Hoy en día las
instituciones judías dependen en buena parte de los donativos de los grandes empresarios 
para ofrecer sus servicios de beneficencia y para seguir construyendo la infraestructura
comunitaria que se requiere. La cuarta generación, encuentra así, un panorama
económico lleno de retos, pero también de oportunidades en un mundo global.Page 6

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